domingo, 5 de septiembre de 2010

Los 7 pecados de la Memoria



“Los 7 pecados de la memoria” es el título del libro de Daniel Shacter especialista en Psicología por la Universidad de Harvard. En Depsicología hablamos del fascinante libro de D. Shacter “ Los 7 pecados de la memoria
La neuropsicología ha descubierto que la memoria no es solo vital para recordar el pasado, lo es también para que pueda existir el futuro.  Cuando imaginamos lo que está por ocurrir activamos exactamente las mismas zonas del cerebro que cuando estamos recordando cosas pasadas.
Hoy sabemos que hay regiones cerebrales importantes para el almacenamiento de cierto tipo de información. Pero sin embargo el recuerdo de una determinada experiencia concreta está compuesto de fragmentos de información que nuestro cerebro no guarda “en un mismo lugar”, sino en diferentes lugares del cerebro”.Cuando recordamos nuestro cerebro recupera esos fragmentos de información desde las diferentes lugares y los une para darnos ese recuerdo.
Daniel Shacter autor del libro “Los 7 pecados de la memoria”,  ha estudiado los mecanismos de la memoria. Valiéndose de técnicas de neuroimagen de experimentos psicológicos. En su libro nos cuenta como, la memoria no es tan fiable en los detalles,  nuestra memoria puede engañarnos.
Existen dos tipos de  memoria.
  • Memoria episódica: Recuerda detalles de sucesos, experiencias vividas
  • Memoria Semántica: Se  encarga de archivar nuestros conocimientos lo que hemos ido aprendiendo.
Los 7 pecados de la memoria Daniel Shacter: Los 3 primeros les llama “Pecados por omisión”. A partir del 4º les llama “pecados por comisión”
  1.  Nuestra memoria se debilita con el paso del tiempo. A mayor uso de la memoria, del conocimiento y de la experiencia mejor será el grado de memoria. Lo que no se usa  se va perdiendo. El peso de su memoria lo atormentaba y lo llevó al suicidio. En el cerebro normal la curva del olvido registra cómo -dentro de las 8 horas posteriores al suceso-  el cerebro borra el 80% de los sucesos. Dependerá del interés y de los repasos el fortalecimiento de las huellas mnémicas y de las redes neuronales. Recuerdo y olvido más que adversarios deben ser aliados estratégicos en la construcción de un sistema memoria eficaz.
  2. La distracción. Si nos presentan a alguien y no prestamos atención no podremos recordar su nombre. El grado de  interés es importante en la atención y esto repercute en el recuerdo.
  3. El bloqueo, o “ Lo tengo en la punta de la lengua”. ¿Cuantas veces nos ha sucedido que queremos recordar algo y en ese momento es imposible?. En estos casos lo mejor no empeñarse en recordar. Es mejor relajar la mente y tratar de relacionar episodios o recuerdos asociados a aquello que deseamos recordar. Seguramente cuando menos lo esperes el recuerdo vendrá solo.
  4. Recordamos algo pero alteramos detalles (que nuestro cerebro rellena para dar coherencia). Es esto de “recordar el hecho pero alterar el orden, la fuente etc”. Por ejemplo asociar una secuencia de hechos en la escena de un crimen a una persona, que quizás no tuvo nada que ver pero  estava allí o hizo algo que nos resultó extraño.
  5. La sugestión:   Un recuerdo puede ser modificado, alterado o manipulado por personas hábiles en la manipulación. Haciendo que recordemos cosas inexistentes o logrando asociaciones de hechos falsas pero que llegamos a recordar como ciertas.
  6. Lo que creemos nos condiciona. Nuestras experiencias, conocimientos y creencias actuales pueden afectar el recuerdo original que tuvimos. Tendemos a adaptar el pasado a lo que ahora creemos,.
  7. Dificultad para olvidar hechos traumáticos. Tenemos una tendencia a repetir mentalmente los sucesos traumáticos,. De tal forma que nuestra memoria los graba con todo lujo de detalles. En trastornos como el estrés postraumático la rememoración de experiencias es parte fundamental del desarrollo del trastorno.
 
Fuente| Los siete pecados de la memoria, Redesparalaciencia.com

jueves, 2 de septiembre de 2010

¿Lo que hueles altera lo que ves?

El sentido del olfato humano es mucho menos importante que la vista. Sorprendentemente, se ha encontrado que influye de forma significativa sobre la visión, tanto como para que lo que huelas altere lo que percibes visualmente. La investigación, dirigida por Wen Zhou del Instituto de Psicología de la Academia China de Ciencias, aparece publicada en Current Biology.
Estudios anteriores habían encontrado una conexión entre la vista y el oído y el tacto, pero esto es algo que cabe esperar. El que el olfato influya en la percepción visual es mucho más extraño y llamativo: el olfato está considerado el sentido más antiguo y, siendo la vista mucho más moderno evolutivamente y claramente dominante, no se espera que el olor pueda influir en lo que ves.
Los humanos integramos la información de todas las modalidades sensoriales para hacer una composición del mundo que nos rodea, pero le damos distinto “peso” a cada modalidad basándonos en la fiabilidad de la información. En este sentido, parece bastante probable que al olfato se le dé un peso mucho menor que a la visión.

Para determinar hasta qué punto influye el olfato en la visión, los investigadores presentaron a los voluntarios dos imágenes completamente diferentes (una rosa o dos rotuladores Sharpie) a cada ojo, prueba que se conoce como rivalidad binocular. Como el cerebro no puede procesar simultáneamente estos estímulos contradictorios, los sujetos ven una alternancia de las dos imágenes. El equipo de Zhou repitió la prueba pero, en esta ocasión el sujeto olía una sustancia simultáneamente. Esta sustancia tenía un olor parecido al de una rosa o al de un rotulador. En este caso, la imagen que correspondía con el olor presentado se veía durante más tiempo. Este resultado sugiere que el cerebro había integrado los dos tipos de estímulos sensoriales.
Cabría la posibilidad de que la asociación consciente del olor con la imagen influyese en lo que los voluntarios ven más tiempo. Para comprobar que esto no era así los investigadores diseñaron otro experimento. A los sujetos se les mostraba una de las dos imágenes a un ojo, mientras que el otro era sometido a flashes de luz; en estas condiciones no se puede ver la imagen conscientemente. Pero cuando la imagen iba acompañada por su olor correspondiente sí conseguían verla. Dado que los sujetos no podían ver la imagen antes de oler la fragancia, el proceso parece ocurrir inconscientemente.

Este estudio se refiere sólo a un comportamiento, no nos dice nada de los mecanismos neurológicos subyacentes. Lo más intrigante es que los dos sistemas están localizados en los extremos del cerebro: el procesamiento de la información visual se realiza en la parte de atrás del cerebro (lóbulo occipital) en el córtex visual, mientras que la olfativa se procesa cerca de la frente. ¿Dónde se unirán?
Referencia:
Zhou, W., Jiang, Y., He, S., & Chen, D. (2010). Olfaction Modulates Visual Perception in Binocular Rivalry Current Biology DOI: 10.1016/j.cub.2010.05.059

Los hombres como enemigos

El rechazo al otro sexo se produce, desde el punto de vista psicológico, cuando se han sufrido conflictos infantiles que no se han podido elaborar de forma adecuada. El hombre que ataca y daña a la mujer la rechaza porque depende demasiado de ella, algo que no sabe y que, conscientemente, se niega a reconocer. No ha logrado crearse una identidad en la que se sienta cómodo. La mujer que rechaza al hombre también padece fantasías inconscientes que le hacen verlo como un enemigo. No ha podido organizar una maduración psíquica que permita aceptar la diferencia con el hombre y la vive como algo que la daña.
Femenino y masculino
Desde el punto de vista psicológico, el recorrido de la niña para llegar a amar al hombre es distinto al del niño. Tiene que separarse de la madre, que ha tenido que vivir bien su feminidad, y encontrar a un padre en el que pueda apoyarse, que la valore y que no tenga conflictos con lo femenino. Si, cuando la niña reclama la atención paterna, encuentra rechazo, abandono o un acercamiento incestuoso, se le hará complicada la relación con los hombres. Puede llegar a rechazarlos. Se defiende de ellos porque teme sentirse mal. Entonces retrocede hacia la madre y se queda demasiado dependiente de ella. La actitud de la madre hacia el padre también es importante para la niña. Si responsabiliza al progenitor de todo lo que ella no ha podido hacer y transmite a la hija la idea de que los hombres quitan independencia, les adjudica, sin darse cuenta, el poder de dar o quitar la libertad a la mujer y, así, valora más al sexo masculino que al suyo.

Laura hablaba con unas amigas de lo que le había pasado a Gloria, que había vuelto a romper con su pareja. Discutían continuamente y él se había ido. “Los hombres son así –decía Pilar–, infieles por naturaleza. No se puede confiar en ellos. Como lo tienen más fácil, no tienen por qué esforzarse”. Laura reconocía aquellas ideas: antes sentía y decía esas mismas cosas. Pero había cambiado de perspectiva gracias a la psicoterapia a la que había acudido tras su segundo fracaso amoroso. Los fracasos le servían, por cierto, para confirmar las ideas que tenía sobre los hombres. Llegó al tratamiento quejándose sobre su suerte en el amor: todos la abandonaban tras un tiempo. En el tratamiento, comprendió que era ella quien los echaba de su lado, pero no quería sentirse culpable por ello. Su padre, celoso y con graves conflictos para acercarse a su hija, había hecho piña con su hijo. Su madre se quejaba continuamente de lo inútiles que eran ambos y del trabajo que daban los hombres. Así, transmitió a su hija la idea de que era mejor estar sola.
Lazos que atan

Laura descubrió que no sólo tenía cuentas que arreglar con su padre; también con su madre. Sentía cierta hostilidad inconsciente hacia ella que la llenaba de culpa, porque no le gustaba verla tan infeliz. Se hacía responsable de cuidarla y compensar lo que su padre no le daba, pero eso la ataba a ella y le evocaba lo abandonada que le había hecho sentir su padre. Suponía que éste sólo valoraba a su hermano porque era un chico. Cuando Laura pudo aceptar los conflictos, tanto de su madre como de su padre, y entender los deseos que la tenían atrapada, su queja contra los hombres en general desapareció. Se sentía más a gusto consigo misma y encontró a uno con el que tener una relación gratificante.

La excesiva dependencia del otro provoca rechazo hacia él. El odio al hombre puede aparecer tras algún fracaso, porque este afecto es una manifestación de defensa contra el dolor.

Autora: Isabel Menéndez

Enfermedades curiosas… lo que el cerebro nos oculta

A continuación vamos a hacer un repaso por las más espectaculares, algunas de las cuales ya fueron explicadas hace casi 10 años en la revista “Muy Especial” y aún hoy siguen siendo una incógnita. Vamos a mostrar un extracto que encontramos en una de nuestras incursiones internetiles mientras buscábamos información sobre problemática y psicología:
“El señor P. era un eminente músico que había acudido a la consulta de un neurólogo porque tenía problemas para identificar las cosas de su entorno. En alguna ocasión le habían sorprendido dando palmaditas en la parte superior de las bocas de incendios creyéndolas cabecitas de niños o iniciando una conversación con el picaporte de una puerta. Tras la revisión, el señor P. salió de la consulta. De repente, se detuvo en seco, rodeó el coche y se dirigió al asiento que ocupaba su mujer, la agarró del cuello de la camisa y por las orejas e intentó ponérsela en la cabeza. Se trata de un hecho real comentado por el famoso neurólogo Oliver Sacks. En este caso concreto, el señor P. padecía una pérdida cognitiva aguda: su cerebro era capaz de ver, oír, sentir y escuchar perfectamente, pero no podía emitir juicios personales. Así, metía a su mujer en la misma categoría conceptual que un paraguas o un sombrero”. Como puede observarse, en otras épocas (incluso actualmente) se hubiera considerado al paciente como un demente y punto, sin tratar de conocer cual es su diagnóstico exacto. Tan sólo lo hubieran clasificado como una variante de alguna enfermedad conocida, aunque los síntomas no se adaptasen exactamente a la prescripción de la enfermedad. Pero casos de este tipo se dan por todo el mundo desde hace mucho tiempo. Aquí dejamos un pequeño índice de enfermedades “anómalas”:
  • Anasognosia: suele producirse cuando un traumatismo daña la parte derecha del cerebro, paralizando a su vez la parte izquierda del cuerpo. En algunos casos el paciente ve su brazo paralizado pero cree que se mueve. Si se le pide que se anude los cordones de los zapatos, lo intentará hacer con una sola mano y evidentemente no podrá concluir la tarea, pero él creerá que lo ha conseguido como si tuviera dos manos útiles.
  • Negligencia hemisférica: se produce por un deterioro de los centros visuales de un lado del cerebro, lo que provoca que el enfermo sólo vea la mitad de las cosas. Estos pacientes sólo comen, por ejemplo, el lado izquierdo del plato, escriben en el lado izquierdo del folio o se atan sólo el zapato izquierdo.
  • Síndrome de Korsakov: suele aparecer en pacientes con alcoholismo crónico. Se trata de una lesión cerebral que provoca amnesia. El paciente es incapaz de recordar los nuevos hechos o experiencias, su memoria a corto término está gravemente afectada, sólo recuerda hechos antiguos, anteriores a la enfermedad. La persona cree que tiene la edad que tenía al empezar esta enfermedad y piensa que se encuentra viviendo en esa época. Todo lo que hace actualmente se le olvida rápidamente. Muchas veces se confunde con Alzheimer.
  • Síndrome de Capgras: es un trastorno de la capacidad de identificación. El paciente ve la cara de su cónyuge, por ejemplo, y está seguro de que se trata de un impostor. Parece que se debe a alguna desconexión entre el mecanismo físico del reconocimiento visual y la memoria afectiva. El sujeto ve un rostro conocido, pero no experimente las reacciones afectivas correspondientes a la visión de un ser querido, por lo que interpreta que es un impostor. A veces se asocia con trastornos bipolares de la personalidad o con una apatía social selectiva.
  • Síndrome de Munchausen: se trata de uno de los llamados trastornos ficticios más graves. El paciente simula sufrir enfermedades mediante la ingestión de productos dañinos e incluso se practica heridas y mutilaciones para llamar la atención y así beneficiarse de las supuestas ventajas de ser cuidado. Se llega a confundir con la hipocondría.
  • Síndrome de Tourette: se caracteriza por una serie de tics compulsivos que van desde simples movimientos faciales a tics vocales. En este último caso, el paciente se ve incapaz de controlar los sonidos y vocablos que emite. A veces, el sujeto dice tacos sin control en cualquier situación, a lo que se denomina coprolalia. Uno de cada 200 sujetos con tics crónicos puede llegar a padecer este trastorno de origen genético.
  • Tricotilomanía: afecta a un 1% de la población. El enfermo arranca compulsivamente el pelo de cualquier parte del cuerpo: cabeza, cejas, pecho, zona púbica…
  • Visión ciega: los pacientes parecen totalmente ciegos, al menos respecto a una parte de su campo visual. Si se les pregunta si pueden ver un objeto en esa zona, la respuesta es negativa. Pero si se les fuerza a señalar dónde se halla ese objeto, indicará el lugar correcto. De alguna manera, sus mecanismos visuales se han interrumpido. Pueden ver, pero no son conscientes de ello.
  • Síndrome del Acento Extranjero: existen 50 casos localizados en el mundo de este extraño trastorno, que surge cuando varias conexiones de los centros de control del lenguaje en el lado izquierdo del cerebro sufren un daño. Algunos pacientes generan un patrón de lenguaje completamente distinto al propio. En ciertas ocasiones, el individuo termina hablando con acento distinto al de su país o una lengua irreconocible, producto de la mezcla de varios idiomas con los que haya tenido contacto. Se tiene conocimiento de algún caso en la antigüedad y que había clasificado como xenoglosia (la capacidad de hablar lenguas desconocidas para el paciente).
  • Ceguera al movimiento: una variedad muy rara de visión ciega. El paciente ve bien los objetos estáticos, pero no percibe el movimiento. Si echa el café en una taza, capta sin problemas la cafetera, el plato, la taza… pero el chorro aparece ante sus ojos como una columna helada e inmóvil. Es un mal inhabilitante. Los coches, las personas, las imágenes de televisión aparecen y desaparecen de pronto a distancias diferentes, pero se pierden en cuanto se mueven. Los pocos casos conocidos se han producido tras un accidente cerebro-vascular.